Por Maya Kerschen
Fotos: Daniel Bianchi
Martes, 10 de Agosto de 2010 20:57
Martín Buscaglia en el CAFF
UNA OLA VERANIEGA DESDE EL URUGUAYpor Maya Kerschen
El jueves 5 de agosto Martín Buscaglia se presentó con el show “El eterno retorno del hombre orquesta errante” en el Club Atlético Fernández Fierro (CAFF), lugar emblemático de la orquesta que lleva el nombre de ese lugar.
Fue su primera actuación de lo que será una seguidilla de 4 jueves de Hombre Orquesta. Una función cálida, intimista y divertida que, con un invitado distinto en cada ocasión, se ocupará de frenar la ola de frío polar.
Para los no entendidos, si a un candombe le sumamos un electro pop, un poco de rock, una guitarra, un bajo, un Simon (así es, esos jueguitos de los ‘70 con un tablero de colores luminosos que, según se presiona, suena una nota distinta), un piano o un organito de plástico para enrollar, ¿qué se obtiene? A Martín Buscaglia como solista, cuando no está acompañado por Los Bochamakers. Se trata de un formato donde, con una serie de instrumentos y algunas extravagancias, aplica su brocha de pintura y humor a la noche.
Así se presentó en el CAFF, donde tocó por primera vez con un escenario post apocalíptico. Un galpón de trescientos metros cuadrados con mesas de dos cargadas cómodamente de hasta cinco personas, dos gradas repletas al otro extremo del escenario y a su costado un pequeño grupo de gente apiñado en la barra, reunidos para llevarse algo de beber y un par de empanadas. La bola de boliche colgada en el centro del lugar funciona como eje de lo que Martín definió como el ambiente de la película Mad Max 3 donde actúa la cantante Tina Turner.
“¿Qué importa saber quién soy?” abrió el recital y junto con “Viajar contigo es como escuchar la vida secreta de las plantas” sirvieron para mostrar que, criado en Montevideo en el seno de una familia de músicos, supo incorporar desde niño ritmos diversos a los que hoy les saca el jugo en cada fraseo. De esta forma, invita a sumergirse en un mundo de sensaciones cuando dice “…cuando caen tus atuendos, todo entiendo, el sentido de la tierra, todo cierra, por la curva, de tu tallo… mmm… pasa un rayo”.
Buscaglia le canta al amor, a la vida, a las historias simples con aires frescos, modernos y vanguardistas. A modo de balada, candombes, ritmos latinos, de un rock, funk o soul. Con instrumentos novedosos, chiches de la infancia, y los tradicionales como un piano, una guitarra y un bajo, hace uso de dos micrófonos para lograr secuencias repetidas, bases sobre las que luego formará sus canciones.
“Qué importa el bla bla bla” hace un corte, un pasaje de canciones lentas a candombes como el de “Oda a mi bicicleta” de su último cd “Temporada de Conejos” editado en 2009, con los que el público comienza a menear las caderas sin animarse aún a despegarse de las sillas. Con chaleco inflado morado simil salvavidas, Buscaglia flota en una brisa de rapeos que hablan de música y cine, de Terry Guilliam y Yoko Ono (de quién lleva una remera gastada puesta).
Es un niño que juega arriba del escenario y transmite su energía, que baila, da vuelta los sonidos e interactúa con las palabras. Avanza, retrocede, sube, baja. Su combinación tiene el sello de la diversión asegurada ya que logra esbozar risas y carcajadas a lo largo del concierto. El invitado de la noche que lo acompaña, su amigo Minchu, aparece en el tema “Lovin You” de Riperton R. Rudolph para tocar el cavaco, con el que se lleva el aplauso del público luego de varios punteos.
Cada canción tiene su mundo, su historia, así es como antes de interpretar “Lovin You” Martín cuenta cómo surge, en Portugal, a raíz de una sensación de pérdida amorosa que no fue. Varias canciones llevan su intro como “Spam”, que fue hecha con el correo no deseado a su casilla personal, o “Ir y volver e ir” que la compuso en base a la dulce voz de Amy, a la que el público no se pudo resistir y acompañó con unos cuantos suspiros.
No faltó oportunidad para que los presentes participen, a pedido del músico hubo coros en “El sol”, donde toca nuevamente con Minchu; en “Jaula de motos” donde se forma un mantra in crescendo, si bien no se sabe qué hay del otro lado todos repiten enérgicamente “llévenme al puente, llévenme al puen-te, llévenme al puente, llévenme al puen-te” ad infinitum. Otra muy power fue “Lavapiés” en referencia al barrio madrileño, donde a modo de coro góspel todos repitieron en tonos graves, medios y agudos: “Jesus is my coach”.
Con “Trival Polonio” dice regalarnos un oasis para que la lluvia de afuera no moje, y no se equivoca, se oyen melodías ligeras que alguna vez compartió junto a Juana Molina. Luego hace un giro y “Ante la duda todo” un poco de beat box, palmas y a grabar en el primer micrófono. Suma a ello una imitación de los sonidos de una play station con su voz, que servirán de base de sonidos burlones y frescos donde mezlca el presente y el pasado en sus versos, desde Atahualpa a Marco Polo, pasando por el random moderno.
Con un recorrido por toda su discografía, donde se hay temas para todos los gustos, no faltaron “No vamos a parar nunca” donde saluda a Yoko Ono, “Cerebro, orgasmo, envidia y sofía” que no la toca en vivo, sino que explica mientras simula estar tocando, por qué no lo puede hacer sin sus Bochamakers. Un tema de alta complejidad, de batería cargada, punteos de guitarra y coros.
Si bien anunció que el anterior sería el último tema, no tardó en volver a pedido de los presentes, para sorprenderlos con un mix de todos los temas que pidieron a gritos. Así sonaron al hilo fragmentos de “La momia Gitana”, “Extraña calabaza del amor”, “Candombe de la parra” y “Mil cosas”.
El recital termina a puro funk con “Cortocircuito” y el acompañamiento de Minchu. La bola de boliche gira y se ilumina generando una marea de espejos entre el público que aplaude, grita y silba siempre pidiendo uno más. No hay duda de que Martín sigue consagrándose en cada escenario que pisa, conquista a nuevos públicos y agita a sus seguidores.
Próximos shows:
Jueves 12, 19 y 26 de agosto a las 21hs. en el Club A. Fernández Fierro
No hay comentarios:
Publicar un comentario